Ser Embajadora Nacional Permanente de la Revolución Argentina es mucho más que un título: es una responsabilidad, un aprendizaje constante y, sobre todo, un honor que me llena de orgullo. Cada viaje que realizo me regala la posibilidad de conocer personas increíbles, compartir tradiciones, escuchar historias y llevar con orgullo la representación de nuestra tierra a cada rincón.
Uno de los aspectos que más valoro de esta experiencia es poder acompañar a las nuevas reinas elegidas en este 2.025 durante su camino. Ver cómo van descubriendo este mundo, cómo crecen con cada uno y cómo llevan con dignidad su banda y su corona me recuerda siempre el valor de la unión, el compromiso y la pasión por nuestra revolución.
Nada de esto hubiera sido posible sin el apoyo incondicional de quienes están siempre a mi lado. A mi familia, que es mi sostén en cada paso; a mi novio, que me acompaña con paciencia y amor; a mi director nacional y mi director internacional, que confiaron en mí y me guiaron con sus enseñanzas. Cada uno de ellos forma parte de este camino, ya todos les debo mi gratitud más sincera.
Hoy miro hacia atrás al ver cómo pasó de 7ma Reina Nacional de la Revolución Argentina 2.024 a Embajadora Nacional Permanente me emociona al ver lo vivido, pero también miro adelante hacia con ilusión, sabiendo que este es solo el inicio de muchos más desafíos, viajes y experiencias que vendrán. Ser Embajadora no es un destino, es un viaje que se recorre con el corazón.
🇦🇷Rocio Romina Ayelén Luquez
